INFANCIA
Ella no pertenecía a nadie,
no tenia dueño, nada la contenía,
no era de ningún país,
ni a sí misma pertenecía.
Si el día era soleado andaba alegre,
si llovía confundía el sonido del agua sobre los charcos
con los latidos del corazón de un náufrago.
Decían que estaba loca.
Quise quererla así,
fijé mis ojos, en sus ojos suspendidos
entre lo tangible y lo irreal.
Ella estaba dentro, pertenecía a ellos,
pero no pude asirla.
Puede que aún siga conmigo.