Elena Torres: “Abacus”

Elena Torres
Abacus by Elena Torres 

 

Translated by Cameron Tallant


If the evenings are guests

that guard details

in a calendar of doubts.

 

If in a kingdom of mirrors

the sight cuts distance

with the glass of anguish.

 

If beauty does not create

a shape of six sides

on which to overlay authenticity.

 

Then we need

the abacus of compliments

to count the hours.

 

A manual of gratitude

to survive the fear.

 

Abacus (ábaco) in Spanish 

 

 

Si las tardes son huéspedes

que custodian detalles

en un calendario de dudas.

 

Si en un reino de espejos

la mirada corta distancias

con el cristal de los quebrantos.

 

Si lo bello no crea

una figura de seis vértices

donde superponer lo auténtico.

 

Entonces hace falta

el ábaco de los requiebros

para contar las horas.

 

Un manual de gratitud

para sobrevivir al miedo.

 

 

(De Frágil, 2012)

Vicente Gallego: “Canto XLVIII”

CANTO XLVIII by VIcente Gallego

 

Translated by Mike Baynham

 

What is softer than dying?

For that, nobody should be bothered,

no-one goes or stays, everything shines on

in that final midday absence.

 

One after the other, what

soft sparrow steps we take

at the very edge

never making a false move.

 

All made of light, forgetful of her dead,

Mother Death opens her heart.

 

Among such ones, Juan

de Yepes was a man

to grasp these things

in the pure poverty of vision.

 

“What time is it?” He asked.

“Not quite midday,” they replied.

 

“Before it has struck twelve,

I will be singing matins

in the glory of my Lord my love.

 

The brothers still present wept.

 

Wanting to read prayers over him

and commend his soul to God,

they took up the breviary,

 

but he set them right.

“For the love of God leave it,

be quiet. Father, just read me

the Song of Songs.

The rest is not necessary.”

 

So he heard on the lips of a friend

that song of love which he

had augmented with his own song

and in his going forth it lingered

and lingering gave the moment calm.

 

Death passed over Juan

and as she passed, he said

“What pretty daisies! And then

the cloister opened to the mountains,

leaving death to shine on in the sun.

 

There being no necessity in his dying

how softly Juan de Yepes

saw in his death its flowers.

 

CANTO XLVIII IN SPANISH

 

 

¿Qué habrá más delicado que morir?

 

No se molesta a nadie para eso,

nadie se va o se queda, y todo brilla

al final por su ausencia meridiana.

 

Unos detrás de otros,

qué paso delicado de gorriones

dimos al borde mismo

de nunca habernos dado un mal alcance.

 

Toda luz, olvidada de sus muertos,

abre su corazón la madre muerte.

 

Estaba en esas Juan

de Yepes, un hombre

de saberse estas cosas en la pura

pobreza de la vista.

 

«¿Qué hora es?», preguntó.

 

«No son las doce aún», le respondieron.

 

«No llegarán a serlas y estaré

cantando ya maitines en la gloria

del Señor de mi amor».

 

Lo lloraban los frailes aún presente.

 

Tomaron el breviario,

le quisieron leer

la recomendación del alma.

 

Él los puso en lo cierto:

«Déjenlo, por amor

de Dios y aquiétense. Dígame, padre,

de los Cantares sólo,

que eso no es menester».

 

Oía de la boca de un amigo

aquel cantar de amores que él hiciese

crecerse con el suyo, y ya iba queda,

quedándose la hora sosegada.

 

Pasó por Juan la muerte;

dijo él a su paso: «¡Qué preciosas

margaritas!», y allí

se abrió el claustro a los montes,

quedó la muerte lúcida de sol.

 

No habiendo menester en su morir,

qué delicadamente vio

en su muerte sus flores Juan de Yepes.

 

Virgilio Fuero

Virgilio Fuero
EL ABUELO DEL METRO 

 

 

Lo miraba con pena y con misterio;

su piel lleva reflejos de ocre bronce

y sentado, apoyado en su garrote,

tiene aspecto de noble caballero,

 

con cara de quijote jubilado

y mil batallas de trabajos hechos,

vieja sonrisa llena de cansancio.

 

Sus ojos extraviados en el hueco

donde alberga recuerdos con encanto:

realidades a veces, otras sueños.

 

Qué vigor se le nota en su costado.

Qué bondad me producen esos gestos,

tan suavemente lentos y apagados,

mientras sale, alejándose  del metro.

Vicente Gallego

Vicente Gallego
CANTO XLVIII

 

 

¿Qué habrá más delicado que morir?

 

No se molesta a nadie para eso,

nadie se va o se queda, y todo brilla

al final por su ausencia meridiana.

 

Unos detrás de otros,

qué paso delicado de gorriones

dimos al borde mismo

de nunca habernos dado un mal alcance.

 

Toda luz, olvidada de sus muertos,

abre su corazón la madre muerte.

 

Estaba en esas Juan

de Yepes, un hombre

de saberse estas cosas en la pura

pobreza de la vista.

 

«¿Qué hora es?», preguntó.

 

«No son las doce aún», le respondieron.

 

«No llegarán a serlas y estaré

cantando ya maitines en la gloria

del Señor de mi amor».

 

Lo lloraban los frailes aún presente.

 

Tomaron el breviario,

le quisieron leer

la recomendación del alma.

 

Él los puso en lo cierto:

«Déjenlo, por amor

de Dios y aquiétense. Dígame, padre,

de los Cantares sólo,

que eso no es menester».

 

Oía de la boca de un amigo

aquel cantar de amores que él hiciese

crecerse con el suyo, y ya iba queda,

quedándose la hora sosegada.

 

Pasó por Juan la muerte;

dijo él a su paso: «¡Qué preciosas

margaritas!», y allí

se abrió el claustro a los montes,

quedó la muerte lúcida de sol.

 

No habiendo menester en su morir,

qué delicadamente vio

en su muerte sus flores Juan de Yepes.

 

Txema Anguera

Txema Anguera
HACE UN MUNDO QUE TE ESCRIBO

 

 

Hace un mundo que te escribo,

porque reapareces cada vez que me haces falta.

Emerges, al deshacerse el hielo del último

gin-tonic de la noche,

en la honda copa de cristal destemplado.

Juego con tu recuerdo.

Lo remuevo, hasta formar un torbellino

al que me lanzo cual suicida, de cabeza.

Limón de sol, amarga quinina, alcohol que purifica.

Perfecta combinación, te bebo.

 

Rosa María Vilarroig

Rosa María Vilarroig
TRISTEZA

 

 

Habita en la cúpula amarilla del otoño

un sollozo de sándalo, un abrazo, un pétalo

de sangre interminable

cuando la esfera del ánimo se comprime

en verso y haz de sensación trabada,

cuando la luna cierne su vestigio

sobre la herida – cálido adalid de cumbre

grande− y preside incólume la revolución

y la muerte de sí misma.

Erguida daga sombría sobre  vertiente

opuesta. Pira absorbida del lagar excelso.

Su expresión demudada

rechaza cualquier edulcorante de consuelo

exhumado de tintórea oscuridad.

Ramona Molina

Ramona Molina
HABITANTES DE LUZ

 

 

Porque habitáis entre la luz, ligeros,

fuertes ante la sombra os imagino,

iniciando el trayecto confiados

esperándolo todo del mañana.

 

Os animo por eso a caminar serenos

para vencer las trampas sigilosas

del tiempo inhabitado que os espera.

 

Pido a todos los dioses, por si acaso,

el don que os haga sabios e indulgentes

amplios de corazón y de mirada

justos para la vida y con los hombres,

 

Permitid que hoy os piense

guardando vuestros triunfos

en el mismo cajón que nuestras horas

para sentirme así cumplida

en vuestra luz y en mi destino,

 

Dejadme, al fin, imaginaros libres

dueños de vuestros vientos, sólidos

hermosos para siempre, como hoy,

vencedores del tiempo y del olvido.

Rafael Mesado

Rafael Mesado
MORFINA

 

 

A mi padre

… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

 

Sábana herida de luz usada

que gotea invisible y salina

y empuja hacia el aquí más próximo

Aroma a sangre sin ventana

que se pliega hacia atrás con suavidad

felina  El tiempo prisionero del reloj

no es espiral continua

El tiempo no conoce junturas

viaja hacia afuera   es ola de mar

 

Tiempo liminar cuando la morfina

es mañana   Tiempo que abre las puertas

de par en par   risueño e indiviso

instante de estrella sin amenaza

El tiempo es llegar otra vez

cuando la claridad se asoma al alfeizar

con los párpados cerrados   sin avisar

serenos de atardecer   Somnolencia del día

que comienza a navegar

 

Es litoral en los ojos que se nublan

por el resplandor del aire

que estalla tranquilo bajo la piel

Arena de otra aguja que testifica las quejas

no habitadas   Playa que respira

del otro lado que no es   Aquí y solo aquí

sin más  infinito en el abrazo de las horas

de morfina   Así  tan de menos

 

La morfina es un tigre que sueña

con sábanas de cristal y labios

de madrugada   El tiempo agazapado

no es tiempo que existe   no es transcurso

vegetal  ni rasante de ave migratoria

más allá del mar…   Morfina

abrigo abrazo beso   caricia

sin hospital de un mediodía solar

 

Oleaje sin final

Pilar Verdú

Pilar Verdú
PÁJARO

 

 

Allí estaba, en la acera.

 

Una mujer,

con gesto delicado,

lo cogió en un pañuelo

y lo llevó al alcorque.

No podías creer que ya era tarde.

Que ni migas con leche ni médico ni nada

podrían devolverlo a las alturas.

Llorabas con la fuerza

de los descubrimientos decisivos.

Te sugerí que juntos deseáramos

buen regreso a la tierra

al que en los cielos tanto disfrutara.

Corteza, plumas, hojas

recubrieron su cuerpo

mientras iban llegando las hormigas.

 

(Del libro Reino de esponjas)

 

Pepa Torres

Pepa Torres
LA ARAÑA

 

 

En la puerta de su casa

muy temprano, esta mañana

ha colgado doña Araña

un grandísimo cartel:

 

Se corta, cose y apaña

Además……

te pongo el hilo.

 

Doña Araña, cazadora,

está muy trabajadora,

y como lo hace tan bien

ya tiene muchos encargos,

y se ha sentado a coser.

 

Para la pequeña Ardilla

una falda con puntillas.

Una capa con un lazo,

le pide el Escarabajo.

Don Zorro, tan presumido,

ha encargado un buen abrigo.

Y una caliente chaqueta

le ha pedido la Mofeta.

 

Pero lo más adecuado

que está haciendo doña Araña,

es un enorme pañuelo

que ha encargado el Elefante

porque está muy resfriado.

 

-¡Ay, cuánto trabajo hay,

no puedo ni descansar! .

-dice gimiendo la Araña

pegadita a su telar.

 

(Del inédito Animalísssimosss)