Paquita Dipego

Paquita Dipego
POR AMOR

 

 

Por amor he vencido yo a la muerte,

mudando la guadaña por la luna,

que mengua el desespero. ¡No! ninguna

agonía hará cambiar mi suerte.

 

Por amor al impulso de quererte,

he cortado mis venas una a una

con tijeras de pluma y la oportuna

destreza de su filo. Verte…verte

 

y atrapar el amor sin el lamento

del diario vivir. Por inquilina,

la alegría y su búsqueda en exceso

 

a través de la rosa y su argumento

en vértigo de pétalo y espina.

Que la vida, al final, consiste en eso.

Montserrat Cano

Montserrat Cano
HEBRÓN

 

 

Amina tiene diez años y nunca ha salido de Hebrón.

Va al colegio con cien niñas que jamás han salido de Hebrón.

Sabe que existen otras ciudades, allí, al lado,

y el pueblo donde nació su padre,

un lugar con higueras y cabras y nísperos y acequias.

Amina y sus amigas han inventado un juego,

el autobús, lo llaman.

Se sientan de dos en dos, muy serias, en el suelo,

e imaginan el viaje de ese día.

Hoy vamos a Ramala, dice Amina, y paga su billete.

Desde la ventanilla, miran pasar las casas,

las ventanas tapiadas, las ventanas abiertas,

las calles del mercado, la mezquita, las plazas, el barrio restaurado…

Llegamos al control, dice otra niña,

y todas se colocan formales en su asiento.

Hoy hay soldados buenos -deciden las mayores-,

enseñan sus papeles y pasan la barrera.

¡Ya estamos en el campo!

¡Mirad, melocotones!

¡Y gallinas!

¡Nos adelanta un coche! ¡Adiós!

Ahora un pueblo grande y luego otro pequeño,

una montaña, otra ciudad, otro control,

otro amable soldado,

y más tarde una playa como las de televisión,

con barcos y con olas

-¿a qué olerán las olas de verdad?-,

un rascacielos, un hotel, un palacio, una cigüeña,

una avenida bordeada de palmeras.

Luego bajan del coche y toman un helado

sentadas en un burger,

se compran una Barbie y juegan en un cibercafé,

llaman a sus hermanas desde un móvil plateado

para contarles que el mundo es grande, rico, hermoso,

que hay calles sin barreras, sin ejércitos, sin miedo…

Pero ha sonado el timbre y el recreo ha acabado.

Amina y sus amigas regresan a la clase,

al colegio de la ciudad de la que nunca han salido,

a la ciudad del país que no existe

y por el que no pueden viajar.

 

 

(De la serie Cisjordania Santa)

Mila P. Villanueva

Mila Villanueva
RESQUEBRAJAR Y REGRESAR

 

 

RESQUEBRAJAR

 

El agua del río permanece inmóvil.

Alguien avanza con sigilo.

 

No hay rastro benigno en esta noche.

Se oye saltar a un pez.

Como un cuchillo clava en el agua

su lomo plateado

y rompe la negrura de esta noche extraña.

 

Es el largo tiempo de Bo.

 

REGRESAR

 

De nuevo el principio.

Después del tiempo de Bo

es el dulce momento del regreso.

El trueno está dentro de la tierra.

La tierra se ha vuelto sagrada.

 

Las golondrinas adornan los tejados.

 

Marina Lomar

Marina Lomar
CIERRO LOS OJOS

 

 

Recuerdo

la voz grave del alba,

los paseos entre helechos

y, en sus dedos,

el aroma dorado de la luz.

 

Lo recuerdo todo,

incluso a mi madre,

 

cuando aún me quería.

Arrugado en el fondo del armario,

yace aquel vestido blanco,

y han caído las margaritas

de mis trenzas.

Todo se rinde al silencio.

 

Quiero doblegar la memoria,

desgarrar el collar gris de los días

 

y que me devuelva

un millar de amapolas.

Marina Izquierdo

Marina Izquierdo
DETERMINACIÓN

 

 

Hoy me calcé dos versos

para caminar con ruido

Y los erizos se enredaron

para silenciarme.

Los arranqué sin dedos

y las algas me cubrieron

para ahogar mi voz.

Si las arrojo, me enviarán estrellas

para amortiguar mis huellas.

Y yo, yo inventaré pasarelas

con las que romper el agua.

 

No hay playa que me detenga,

lo sabes,

en el acantilado de mis pisadas nuevas.

 

(De La mitad silenciada)

María Lago

María Lago
ORIGAMI

 

 

Quiero hacer origami de tu cuerpo,

moldear tus esquinas más tenaces

de los pasos que das, por las calles de este mundo ;

acariciar los pliegues de todas tus batallas,

cuando mis dedos tomen tu piel como conquista.

 

Hacerte de mil formas de papel

quiero, en mi regazo,

e imaginar que doy vida a un pájaro, una flor

un árbol o, quizás, un barco

que zarpara

por mis venas

como una ola muda a punto de estallar.

 

Quiero en definitiva hacer que tu alma

libre sea, en mis manos, todos esos papeles

 

que la vida te tiene reservados.

María José Valenzuela

María José Valenzuela
CANCIÓN DE LOS PSIQUIATRAS

 

 

La psiquiatría es el único negocio

donde el paciente nunca tiene la razón.

JODOROWSKY PRULLANSKY

 

 

Te marcan con un número,

igual que a las ovejas

camino al matadero.

Te recetan pastillas

para soñar a solas,

para cantar a oscuras,

y para que te olvides

por qué llegaste allí.

Te inundan con sus cables,

observan tu cabeza,

como si fuera un campo de batalla.

Algunos con su bata inmaculada,

te dicen que es delirio

o que es esquizofrenia

y te siguen llenando

la vida de pastillas,

de números sin lógica,

de canciones sin cielo.

María José Pastor

María José Pastor

 

A Julia Kristeva

 

 

1

 

Recorro ese trayecto hacia los verbos

que levitando en azar se engarzan y

en sus hilos mis alas catalizan

y enlazan la escritura.

 

Camino hacia el recinto en que hechos aire

desnacen de su esencia mientras yo

apenas soy presencia y desconozco

los signos convenidos.

 

Me deslizo a lo hondo buceando

en busca de la espuma el burbujeo

en busca del bullicio donde hierven.

 

Y observo con los párpados cerrados

cómo pulsan mis células de nieve

y cabalgan curiosas las palabras

a lomos de pegasos que se besan.

 

 

2

 

Me traslado sin brújula y a tientas

con los brazos tendidos como el ciego

que palpa hasta topar con lo seguro

y se mece y se cobija en la música

del esférico vientre de su madre.

 

 

3

 

Sargazos en el cuerpo

claustro materno sedas

lamidos sargazos de infancia limbo.

 

Ingravidez de luna

arteria umbilical

sin sed de soluciones

letargo de ignorancia.

 

 

4

 

Pulsión que nos persigue

rabiando hasta la muerte

que fuimos escindidos .

 

Y por eso tus brazos…

tus brazos los abrazos

las olas los sargazos

tu sexo donde apago mis vaivenes

donde por fin se esfuma mi conciencia.

 

Un ámbito de síntesis

espacio en que sacudo

mis membranas porosas y el perfume

de mis humores flota en lo sagrado

ancestro que se incrusta en nuestros átomos

aroma que en el aire es innombrable.

 

 

Marcelo Díaz

Marcelo Díaz

 

(dos)

 

Miraste al mundo a la manera del mar.

Escalinatas de olas abriéndose con manos de pan se dejaban almar con tus ojos de fragua abiertos como almendras de cielo que ha vuelto ya de un infinito.

 

Ese dolor tuyo.

 

Dolor que ya nació en el manantial de una flor caliente.

 

Sabías sin que tu vida supiera.

 

Esa certeza era de tus ojos trayendo comprimida en un ala sin fronteras tu verdad de línea disparo de sendas desde el ático innumeral de tu viento.

 

Eras creyente.

Azogue de canela reposada que extendía el desierto amando la noche.

Yo quiero tu mirada

que araña el mundo

y desguaza la muerte.