Como una pupila en blanco o una lumbre fría
ausencia soy en cada hueco que deja mi paso.
Cine triste de espectador único en barriada pobre,
la vida desganada de una ola de aceite:
busco un pan de luz tras una guerra de almas,
deviene el trasunto nocturno de mi estancia
en una humareda de buque que tan sólo se sueña.
Así mi estima en bandada nunca reunida,
mis ojos partidos entre el alba y mi casa;
vuelvo sólo a ser grupo en los besos del sueño,
en los zapatos vacíos, en flores desconocidas.
Pero tu mano o la noche del amigo,
el destino a gritos del hermano,
no mueven el espejo a que me asomo,
no traen juntos mis labios de consuelo:
estoy donde debo en ausencia perenne.