DEJADME LA ESPERANZA
El odio se amortigua
detrás de la ventana
MIGUEL HERNÁNDEZ
Los alambres del tiempo
reforzaron la valla
que la muerte no pudo derribar.
Tu casa sigue abierta.
Rezuma en las paredes
la sangre de tu herida,
la sangre de los hijos que nacieron después.
Tu nombre, Miguel, fluye
entre sus manos blancas
mientras el hombre acecha.
Ha regresado el tigre,
la garra nunca es suave.