CIERRO LOS OJOS
Recuerdo
la voz grave del alba,
los paseos entre helechos
y, en sus dedos,
el aroma dorado de la luz.
Lo recuerdo todo,
incluso a mi madre,
cuando aún me quería.
Arrugado en el fondo del armario,
yace aquel vestido blanco,
y han caído las margaritas
de mis trenzas.
Todo se rinde al silencio.
Quiero doblegar la memoria,
desgarrar el collar gris de los días
y que me devuelva
un millar de amapolas.