PÁJARO
Allí estaba, en la acera.
Una mujer,
con gesto delicado,
lo cogió en un pañuelo
y lo llevó al alcorque.
No podías creer que ya era tarde.
Que ni migas con leche ni médico ni nada
podrían devolverlo a las alturas.
Llorabas con la fuerza
de los descubrimientos decisivos.
Te sugerí que juntos deseáramos
buen regreso a la tierra
al que en los cielos tanto disfrutara.
Corteza, plumas, hojas
recubrieron su cuerpo
mientras iban llegando las hormigas.
(Del libro Reino de esponjas)