Translated and read by Parvati Nair (Queen Mary University of London)
WE ARE THE INHABITANTS OF CHAGOS
Like you,
Who is of use not even to be stone,
Like you;
Not even a strip of stone,
Like you;
Nor the stone of a palace,
Nor the stone of a church,
Nor the stone of an audience, like you,
Like you.
León Felipe
Although you may not be stone, they take advantage
Of you, because everything here is taken advantage of.
Even the biggest fool will serve as a spy
In this sombre voyage of the shipwrecked
Provoked by mermaids who bury
Loose stones in the depths,
Unstrung beads between Chagos
And the West, snapped by those who brandish
The Power that obviates all identity.
Diego García, Western tip
Of the arc of contention, hosts the military
but still I need her, not because of the remote
Mocking birds, or the stray sparrows,
Nor the defiant orioles,
Nor the migratory swallows.
No, I need to know what the sixth fleet
Did with her in the Indian Ocean.
The coconut trees and the fishing are no more,
They desecrated the conference banquet,
Stranded between Africa and India.
What can we do in Mauritius or the Seychelles
With just twenty pounds sterling?
We are in debt to the world,
Lost amidst the Chinese, the Africans,
The Indians, the English and the French. We are
Immigrants who join the feast.
We are the coral atolls
Removed from Victoria, like extinct
Dodos, in a coat of arms.
Will we thus forget the monsoons
of yesteryears and of those that are to come?
Here rules the voice of invention
That drop by drop has created ocean
Boundaries, gunshots that burst
in the night and drown as if a tsunami
with extraordinary rendition,
to reconstruct in paperwork my history
with fighter-bomber planes.
We drink of the truth, which is relative,
And a shard of glass cuts in my memory a piece
Of the red flamboyant tree decapitated
By the uprooting of its pods.
There is a Gulmohar that awaits no flowers
Because you are not the lost cornerstone
Of the temple, but you have come
To seal as if in tombstone
The intersections of my history
And reinvent, with disdain, my past.
We shall have to cut down the Eucalyptus
That might enable us to continue filling
the British courts and tribunals of tenuous justice
with papers and documents if today in Europe
they torture by proxy.
Will they send us to Syria or Jordan,
To Egypt, Morocco or Uzbekistan?
We must write to the empire of hidden
Talents, that proffer eternal promise.
I shall prune the Maguey right down, and so
Never again in vengeance will you etch
My name, nor yours, and I shall cut down a cedar
To nail with hammer and chisel
The simple reciprocity
That will distance me from you forever.
Like a truly Solomonic island,
I shall throw myself to the winds and I shall
Remain adrift till I seize the sedate
light of another shore or lose myself
in the current, immensity of the waters,
if the Island offers no port.
No longer shall I invoke jet-black lucky charms,
Nor collect more useless amulets;
I shall use the fig sign as an insult
With my fist raised high, my thumb
Locked between my index and middle fingers.
Burn your tongue, a space of
Conquests rooted in falsity,
So that in the heart of the night you might burnish
Any irrational uncertainty
And I may relish you in the incandescence
Of my cities, in days filled
With rest, without parties or cyanide
Capsules in case we lose
The battle, without laurel leaves
Ready to poison the wells.
Or, like a hooded singing Pitohui,
Which harbours poison in its own defence,
I shall anoint my body, my weapon,
In case you launch me on another voyage
To lose the customs of my land.
SOMOS LOS HABITANTES DE CHAGOS
Como tú,
que no sirves para ser ni piedra,
como tú;
ni piedra de una lonja,
como tú;
ni piedra de un palacio,
ni piedra de una iglesia,
ni piedra de una audiencia, como tú,
como tú.
León Felipe.
Aunque no seas piedra, se aprovechan
de ti, pues aquí todo se aprovecha.
Hasta el más tonto servirá de espía
en este sombrío viaje de náufragos
provocado por sirenas que entierran
en el abismo sueltos abalorios,
desensartadas cuentas entre Chagos
y Occidente, rotas por los que ostentan
el poder que obvia toda identidad.
Diego García, punta occidental
del arco de contención, acantona
los ejércitos, pero todavía
me hace falta, no para los sinsontes
remotos ni gorriones descarriados,
ni para desafiantes oropéndolas
ni para golondrinas migratorias.
No, necesito saber qué ha hecho de ella
en el Índico esa sexta flotilla.
Se acabaron los cocos y la pesca,
quebrantaron el banquete de encuentro,
desasidos entre África y la India.
¿Qué hacemos en Mauricio y en Seychelles
con solo veinte libras esterlinas?
Estamos endeudados con el mundo,
perdidos entre chinos, africanos,
indios, ingleses y franceses. Somos
inmigrantes que se unen al convite.
Somos los atolones coralinos
alejados de Victoria, cual dodos
extintos, en un escudo de armas.
¿Olvidaremos así los monzones
de antaño y los que hoy están por venir?
Aquí rige la voz de la invención
que gota a gota ha creado las cercas
del océano, disparos que brotan
en la noche y anegan cual tsunami
con la rendición extraordinaria,
para reconstruir en pliegos mi historia
con aviones de caza y bombarderos.
Bebemos la verdad, que es relativa,
y un vidrio corta en mi memoria un trozo
de rojo flamboyán decapitado
por el levantamiento de sus vainas.
Hay un malinche que no espera flores
porque tú no eres la piedra angular
perdida del templo, mas has venido
a sellar cual inscripción lapidaria
que fija las aristas de mi historia
y reinventa, con desdén, mi pasado.
Tendremos que cortar el eucalipto
que nos garantice el seguir llenando
de papeles los juzgados británicos
y tribunales de tenue justicia
si es que en Europa hoy torturan por proxy.
¿Nos enviarán a Siria o a Jordania,
a Egipto, Marruecos, o a Uzbekistán?
Hay que escribir al imperio de dones
dormidos, que auguran promesa eterna.
Podaré de cuajo el maguey, y así
nunca más contra el rencor grabarás
mi nombre, ni el tuyo, y cortaré un cedro
para aplicar con cincel y martillo
la económica reciprocidad
que me apartará de ti para siempre.
Como una veraz isla salomónica
me expondré a los vientos y marcharé
a la deriva hasta apresar la luz
sosegada en otra costa o perderme
en la riada, inmensidad de las aguas,
si La Isla no facilita el puerto.
Ya no iré a invocar figas de azabache,
ni a asir más amuletos inservibles;
usaré la guatusa como insulto
con el puño bien en alto, trabando
entre el índice y el medio, el pulgar.
Quema tu lengua, espacio de conquistas
enraizadas en falsos argumentos,
para que al filo de la noche pulas
cualquier descabezada incertidumbre
y pueda gozarte en la incandescencia
de mis ciudades, en días preñados
de sosiego, sin partidos ni cápsulas
llenas de cianuro por si perdemos
el combate, sin hojas de laurel
dispuestas a envenenar los estanques.
O, cual cantor pitohuí encapuchado,
que segrega veneno en su defensa,
embadurnaré mi cuerpo, mi arma,
por si intentas lanzarme en otro viaje
a perder las costumbres de mi tierra.
De Fronteras: ¿el azar infinito? [Borders: An Infinite Game of Dice?] (Leiden: Bokeh, octubre 2018)
Fotografía de la Isla De Diego García en Chagos, Océano Índico, de Mercopress.com