Omar García Obregón: “Childhood”

 

 

Translated and read by Parvati Nair (Queen Mary University of London)

 

CHILDHOOD embraced the hope

Of resisting and raising the sail

That would deafen reality,

Immediacy filled with soot

Where stars did not twinkle.

 

 

 

 

LA NIÑEZ abrazaba la esperanza

de resistir y levantar el vuelo

que ensordeciera la realidad,

la inmediatez rellena de carbón

donde no titilaban las estrellas.

 

De Fronteras: ¿el azar infinito? [Borders: An Infinite Game of Dice?] (Leiden: Bokeh, octubre 2018)

 

 

 

Luisa Futoransky: “Narducho”

Translated by students of Spanish 319: On Translating Cultures and Disciplines. Fall 2018. 

Read by Hayley M. Griffiths

 

Narducho

 

 

The landscape of my childhood is lost. It doesn’t exist.

 

New streets, new houses.

 

It is a place with one single memory and one single emotion.

 

There, I immersed a world: childhood, bugs, relatives and neighbors. The first winters and the game: slushing in the frost. The oven of a bakery and Narducho in the adjoining barren lot, who by way of shoes wore little wooden boards wrapped around his feet with strips of burlap and in his hand, for all uses, a tin jug. A small stamp of San Francis. Or innocent lad from the Russian epic.

 

The quiet lunatic, the local madman, in Santos Lugares, that does not exist either.

 

 

Narducho

 

El paisaje de mi infancia está perdido. No existe.

 

Nuevo trazado de calles, nuevas casas.

 

Es un lugar de una sola memoria y una sola emoción.

 

Ahí, yo sumergí un mundo: la niñez, los bichos, los parientes y vecinos. Los primeros inviernos y el juego: chapotear en la escarcha. El horno de una panadería y Narducho en el contiguo terreno baldío, que a guisa de zapatos tenía tablitas de maderas en los pies envueltas en retazos de arpillera y en la mano para todo servicio, un jarro de hojalata. Como estampita de San Francisco. O inocente de epopeya rusa.

 

Loco tranquilo, loco de barrio, en Santos Lugares, que tampoco existe.

 

Leído por la autora

Montserrat Cano

Montserrat Cano
HEBRÓN

 

 

Amina tiene diez años y nunca ha salido de Hebrón.

Va al colegio con cien niñas que jamás han salido de Hebrón.

Sabe que existen otras ciudades, allí, al lado,

y el pueblo donde nació su padre,

un lugar con higueras y cabras y nísperos y acequias.

Amina y sus amigas han inventado un juego,

el autobús, lo llaman.

Se sientan de dos en dos, muy serias, en el suelo,

e imaginan el viaje de ese día.

Hoy vamos a Ramala, dice Amina, y paga su billete.

Desde la ventanilla, miran pasar las casas,

las ventanas tapiadas, las ventanas abiertas,

las calles del mercado, la mezquita, las plazas, el barrio restaurado…

Llegamos al control, dice otra niña,

y todas se colocan formales en su asiento.

Hoy hay soldados buenos -deciden las mayores-,

enseñan sus papeles y pasan la barrera.

¡Ya estamos en el campo!

¡Mirad, melocotones!

¡Y gallinas!

¡Nos adelanta un coche! ¡Adiós!

Ahora un pueblo grande y luego otro pequeño,

una montaña, otra ciudad, otro control,

otro amable soldado,

y más tarde una playa como las de televisión,

con barcos y con olas

-¿a qué olerán las olas de verdad?-,

un rascacielos, un hotel, un palacio, una cigüeña,

una avenida bordeada de palmeras.

Luego bajan del coche y toman un helado

sentadas en un burger,

se compran una Barbie y juegan en un cibercafé,

llaman a sus hermanas desde un móvil plateado

para contarles que el mundo es grande, rico, hermoso,

que hay calles sin barreras, sin ejércitos, sin miedo…

Pero ha sonado el timbre y el recreo ha acabado.

Amina y sus amigas regresan a la clase,

al colegio de la ciudad de la que nunca han salido,

a la ciudad del país que no existe

y por el que no pueden viajar.

 

 

(De la serie Cisjordania Santa)

María José Valenzuela

María José Valenzuela
CANCIÓN DE LOS PSIQUIATRAS

 

 

La psiquiatría es el único negocio

donde el paciente nunca tiene la razón.

JODOROWSKY PRULLANSKY

 

 

Te marcan con un número,

igual que a las ovejas

camino al matadero.

Te recetan pastillas

para soñar a solas,

para cantar a oscuras,

y para que te olvides

por qué llegaste allí.

Te inundan con sus cables,

observan tu cabeza,

como si fuera un campo de batalla.

Algunos con su bata inmaculada,

te dicen que es delirio

o que es esquizofrenia

y te siguen llenando

la vida de pastillas,

de números sin lógica,

de canciones sin cielo.

Laura Peregrina

Laura Pelegrina
INFANCIA

 

 

Ella no pertenecía a nadie,

no tenia dueño, nada la contenía,

no era de ningún país,

ni a sí misma pertenecía.

 

Si el día era soleado andaba alegre,

si llovía confundía el sonido del agua sobre los charcos

con los latidos del corazón de un náufrago.

Decían que estaba loca.

 

Quise quererla así,

fijé mis ojos, en sus ojos suspendidos

entre lo tangible y lo irreal.

Ella estaba dentro, pertenecía a ellos,

pero no pude asirla.

Puede que aún siga conmigo.

 

Juan Pardo

Juan Pardo
LA CASA DE MADERA SOBRE EL ÁRBOL

 

 

Donde nuestra memoria pide asilo

siempre habrá un nido al que trepar en busca

de un polluelo emplumado y una rama

quebradiza que nos traiga de vuelta

a la realidad de los semáforos

y las prohibiciones de los años.

Cosas de niños, árboles y pájaros,

la infancia es un país que ya no existe.

Gloria de Frutos

Gloria de Frutos
SIN PAZ

 

 

Hay niños que no conocen

más que el juego que practican,

el fusil forma parte de su brazo,

les da el poder de quien quita la vida.

 

Saben que el trigo huele a sangre.

Acostumbrados a la muerte,

ignoran que existen criaturas

que sólo matan el tiempo en un MacDonald,

pero son niños, unos y otros

con una infancia hecha de lluvia,

unos huesos que olvidan su destino,

un hambre que deja cicatrices

hasta que el llanto

deja de ser una costumbre.