EL ABUELO DEL METRO
Lo miraba con pena y con misterio;
su piel lleva reflejos de ocre bronce
y sentado, apoyado en su garrote,
tiene aspecto de noble caballero,
con cara de quijote jubilado
y mil batallas de trabajos hechos,
vieja sonrisa llena de cansancio.
Sus ojos extraviados en el hueco
donde alberga recuerdos con encanto:
realidades a veces, otras sueños.
Qué vigor se le nota en su costado.
Qué bondad me producen esos gestos,
tan suavemente lentos y apagados,
mientras sale, alejándose del metro.